Poesía

Tu voz es la espada que libera el silencio de mi alma.

miércoles, 15 de abril de 2020



El odio y el amor en el cerebro.

“Se ha dicho que del amor al odio hay sólo un paso, por lo que no es extraño que algunas de las estructuras cerebrales que se activan para el odio lo hacen también cuando las personas se enamoran románticamente. (…)

“(…) se ha observado que la corteza prefrontal asociada al juicio y razonamiento que se desactiva en el amor, no lo hace tanto cuando lo que sienten las personas es odio. Como si el odio requiriera conservar la capacidad de razonar para calcular mejor cómo proceder contra el odiado, o para mantener los pensamientos que lo alimentan y lo incrementan.  Zeki dice que mientras en el amor romántico el enamorado suele ser menos crítico y juzga menos al amado, es más probable que en el contexto del odio el odiador ejercite juicios y cálculos para herir, injuriar o vengarse.  La actividad de alguna de dichas estructuras cerebrales responde a las caras odiadas con una fuerza proporcional a la intensidad del odio manifestado, lo que permite que el estado subjetivo, es decir, el sentimiento de odio propiamente dicho, sea objetivamente cuantificado.” (1)


“El avance en las técnicas para el estudio del funcionamiento cerebral está proporcionando un fecundo caldo de cultivo que invita a querer interpretar no solo cómo funciona el cerebro, sino también la mente, la conducta y hasta los valores. Dónde reside la maldad, la bondad, el amor, el odio… Y la responsabilidad. (…)

En los tribunales, se está prodigando la defensa de un acto delictivo basada en alteraciones cerebrales —la mayoría inespecíficas— amparándose en la ciencia, viniendo casi a decir que no fue la persona la que cometió el acto, sino su cerebro dañado. (…)  Lo que no se debe olvidar es que lo que se estudia en neurociencia es el cerebro y sus reacciones ante diferentes estímulos, pero la mente es mucho más que eso. Procesos mentales complejos como la toma de decisiones difícilmente podrán ser localizados entre las redes del cerebro.” (2)


(1) Ignacio Morgado Bernal. El odio y el amor en el cerebro.

(2) Lola Morón. Échele la culpa al cerebro. Sobrevalorar la capacidad de la neurociencia para explicar los actos humanos supone despojar al individuo de su complejidad. El País.




Lanzar los dados.

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
De otra forma ni siquiera comiences.

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
 Esto puede significar perder novias,
esposas,
parientes,
trabajos y,
quizá tu cordura.

Ve hasta el final.
Esto puede significar no comer por 3 o 4 días.
Esto puede significar congelarse en la banca de un parque.
Esto puede significar la cárcel.
Esto puede significar burlas, escarnios, soledad...
La soledad es un regalo.

Los demás son una prueba de tu insistencia, o
de cuánto quieres realmente hacerlo.
Y lo harás,
a pesar del rechazo y de las desventajas,
y será mejor que cualquier cosa que hayas imaginado.

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
No hay otro sentimiento como ese.
Estarás a solas con los dioses
y las noches se encenderán con fuego.

Hazlo, hazlo, hazlo.
Hazlo.
Hasta el final,
hasta el final.

Llevarás la vida directo a la perfecta carcajada.
Es la única buena lucha que hay.

(Charles Bukowski)





Sentimientos biunívocos (sic)

Amor, sustancia que conforme se extingue
se trasforma en ese demonio llamado odio.
Odio, cruel por naturaleza, que no perdona ofensas,
teme, teme su silencio, que seguro cavila el daño.

Tarde es para implorar clemencia.
¿Para que huir?, si el infierno espera.




Nació en 1942 en Detroit, Michigan, musico, compositor y poeta, objeto de culto; del álbum “Cold Fact” (1970), “Crucify Your Mind”: Sixto Rodríguez.