La
sirena
“Aun
hombre suele agobiarle en secreto el papel que debe ejercer: ser siempre
responsable, dominante y racional. La sirena es la máxima figura de la fantasía
masculina porque brinda una liberación total de las limitaciones de la vida. En
su presencia, siempre realzada y sexualmente cargada, el hombre se siente
transportado a un mundo de absoluto placer. Ella es peligrosa, y al perseguirla
con tesón, el hombre puede perder el control de sí, algo que ansía hacer. La
sirena es un espejismo: tienta a los hombres cultivando una apariencia y
actitud particulares. En un mundo en que las mujeres son, con frecuencia,
demasiado tímidas para proyectar esa imagen, la sirena aprende a controlar la
libido de los hombres encarnando su fantasía.”
“La
inmediata atracción de una canción, una voz o un aroma. La atracción de la
pantera con su perfumada fragancia. […] Según los antiguos, la pantera es el
único animal que despide un olor perfumado. Usa este aroma para atraer y
capturar a sus víctimas. […] Pero ¿qué es lo que seduce en un aroma? […] ¿Qué
hay en el canto de las sirenas que nos seduce, o en la belleza de un rostro, en
las profundidades de un abismo […]? La seducción radica en la anulación de
signos y su significado, en la pura apariencia. Los ojos que seducen no tienen
significado, terminan en la mirada, como el rostro con maquillaje termina en la
pura apariencia. […] La fragancia de la pantera es también un mensaje sin
significado, y detrás del mensaje la pantera es invisible, como lo es la mujer
bajo su maquillaje. Tampoco era posible ver a las sirenas. El encantamiento
reside en lo que se oculta.” Jean Baudrillard, De la Seducción.
En: “El
arte de la seducción”, Robert Green. Espasa. 2001.
Alegoría
Es
una mujer bella y de espléndido porte,
Que
en el vino arrastrar deja su cabellera.
Las
garras del amor, los venenos del antro,
Resbalan
sin calar en su piel de granito.
Se
chancea de la muerte y del Libertinaje:
Los
monstruos, cuya mano desgarradora y áspera,
Ha
respetado siempre, en sus juegos fatales,
La
ruda majestad de ese cuerpo arrogante.
Camina
como diosa, posa como sultana;
Una
fe mahometana deposita en el goce
y
con abiertos brazos que los senos resaltan,
Con
la mirada invita a la raza mortal.
Cree
o, mejor aún, sabe, esta infecunda virgen,
Necesaria,
no obstante, en la marcha del mundo,
Que
la hermosura física es un sublime don
Que
de toda ignominia sabe obtener clemencia.
Tanto
como el Infierno, el Purgatorio ignora,
Y
cuando llegue la hora de internarse en la Noche,
Contemplará
de frente el rostro de la Muerte,
Como
un recién nacido -sin odio ni pesar.
(Charles
Baudelaire)
No, no quiero
el tiempo que te sobra,
sino el tiempo
en el que eres bella y feliz,
eso es lo que quiero
que compartas conmigo.
La miseria
puede estar en cualquier lugar,
pero de
ninguna forma en el amor.
Esa amarga paradoja
del desdén: creerse imprescindible.
“Two Out Of Three Ain't Bad”, Meat Loaf.