Poesía

Tu voz es la espada que libera el silencio de mi alma.

miércoles, 20 de abril de 2011

La delgada línea rosa.
(Rafael Pérez Gay)

En “Pornografía”, un ensayo publicado en United States, 1952- 1992, Gore Vidal escribió esto: “El hombre y la mujer hacen el amor, alcanzan el clímax, se desploman en la cama cada uno por su lado. Luego ella susurra: ‘Te diré en quién estaba pensando si me dices en quién pensabas tú’. Como la mayoría de los chistes sobre sexo, los orígenes de este agradable diálogo son oscuros. Pero, sea cual sea la fuente, rara vez deja uno de reconocerse con cierto malestar, ya que pocos son los amantes dispuestos a admitir que durante el acto sexual, para excitarse o mantenerse excitados, pueden necesitar cierta imagen mental como complemento erótico del cuerpo con el que se encuentran en ese momento”.
El gran teatro pornográfico, si no es delito, reside precisamente en un ritual de sueños limitados que nos recuerda que nunca estamos solos. En la pornografía no hay cubículos de separación entre los espacios: lo público y lo privado, la intimidad y la libertad, la realidad y la fantasía comparten un mismo piso. Es verdad que los manicomios están llenos de personas a las que se les borraron las fronteras de esos espacios, pero no menos cierto es el hecho de que la vida real está repleta de locos que le han puesto alambres de púas a los mismos territorios. Aunque la discusión moral sobre la pornografía durará siempre, conviene recordar de momento la propuesta de John Stuart Mill en Sobre la libertad. Dice Stuart Mill: “El único fin por el cual es justificable que la humanidad, individual o colectivamente, se entrometa en la libertad de acción de cualquiera de sus miembros, es la propia protección. Que la única finalidad por la cual el poder puede, con pleno derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demás. Su propio bien, físico o moral, no es justificación suficiente. Nadie puede ser obligado justificadamente a realizar determinados actos, porque eso fuera mejor para él, porque le haría más feliz, porque en opinión de los demás hacerlo sería más acertado y más justo. Cada uno es el guardián natural de su propia salud, sea física, mental o espiritual. La humanidad sale más gananciosa consintiendo a cada cual vivir a su manera que obligándolo a vivir a la manera de los demás”.



Evidencia.
Si no fuera por la huella de tus labios
juraría que soñé con la lujuria.


En la mutua aceptación erótica no puede existir ninguna perturbación sensorial. En el amor, la libertad implica compartir decisiones. Del cuarto disco "Brotherhood", del grupo británico formado con los ex miembros de “Joy Division”; sonido new wave, sello inconfundible de los años 80s; y aun en su versión acústica resalta esa frase: “Tú dirás las palabras que yo no pude decir”: New Order; "Bizarre Love Triangle" (1986)