Todo ha sido un mal sueño.
Escucho entre sueños el timbrar del teléfono, por inercia descuelgo, y antes de articular palabra escucho:
_Hola amor, buen día; la pase muy bien contigo, mi piel aun no ha olvidado tus labios. ¡y me duele todo mi cuerpo¡
No, no estoy soñando, es ella, después de tanto tiempo me vuelve a despertar su dulce voz:
_¿Tinto? o prefieres esa bebida rusa que te sienta bien.
Pienso que mañana iremos a esa vieja cabaña, a ese solitario y acogedor lugar:
_Te veo mañana en la central. “Sabes que nunca te he dejado de amar”.
Solo alcanzo a decir; si mi amor esta bien, antes de que cuelgue el teléfono.
Miro el reloj son las 6: 16 de la mañana, intento dormir nuevamente. Todo es en vano, viene su imagen, todos lo recuerdos se agolpan en mi memoria, y hasta entonces pienso que el destino me devuelve lo que alguna vez tanto ame.
Recuerdo esa tarde de marzo del 86, en aquella reunión de "niños cristianos", que le prometí a mi amiga asistir sin falta, el tedio y el desinterés acechaban mi pensamiento, en esa y otras elucubraciones me encontraba, cuando entre la reunión descubrí sus ojos, sus lindos y hermosos ojos orientales, que le daban a su figura espigada una cierta y apacible belleza. Esa tarde nos hicimos amigos, y su imagen se trasformo en la sombra de mis pasos.
La vida pasa tan de prisa, y en su transcurso crea fuertes vínculos entre hombre y mujer; un día ya éramos cierta especie de novios, eso dijo ella.
Después, viene la amargura en la despedida, ella se va a otra ciudad muy lejana. Recibo solo algunas cartas, hasta que un día se marchan las palabras. Se que la he perdido.
Eso creí hasta que por casualidad la encontré de nuevo en esta caótica ciudad. Nuevamente llamadas formales, después el café; las caricias furtivas, los besos lascivos, el amor clandestino. Nuevamente los demonios de la ausencia maldicen nuestro encuentro; otra vez su temible silencio.
Veinte meses bastaron para que finalmente dijera.”Nunca he dejado de amarte”. Tomo mi mano y froto ese anillo de platino que me dio la última tarde que nos vimos, que simboliza la pertenencía que se juran en silencio los amantes.
Escribo esto porque ella encontró mi blog, y supo que algunas de esas historias, son finalmente nuestra historia.
Mañana nuevamente sus besos, y también sus reproches. Es como volver a empezar.
Otra vez el timbrar entre sueños, me levanto de prisa (…) sorpresa, es solo el despertador. La lucidez repentinamente sacude a mi inconsciencia, y digo para mis adentros:“Que bueno que estoy aquí, solo; lejos, muy lejos de esa “bipolar” niña”. Todo ha sido un mal sueño.
Por los viejos tiempos, en que sustraías mis palabras cursis.
¿Aun recuerdas éstas?
Juramento.
Nunca quebrantes
un juramento de amor,
porque te maldeciré
el resto de tus días.
Regalo en la víspera de la dolorosa despedida, “Nothing Like the Sun”, cassette que aun guardo entre mis mas apreciadas reliquias; no creas que olvido esa vieja canción que sello nuestro pacto; "que así sea al que lo incumpla": “The Secret Marriage”, Sting. (1988)