Por
qué duele el amor. Una explicación sociológica. Eva Illouz. Katz
Editores, 2012.
“(…)
lo que me propongo demostrar en este libro es que justamente a causa de las
numerosas estrategias que hemos elaborado para afrontar la fragilidad y la
naturaleza intercambiable de las relaciones, muchos aspectos de la cultura
contemporánea privan al yo de la capacidad de forjar y vivenciar plenamente la
experiencia de la pasión, soportando las dudas e incertidumbres que acompañan
el proceso amoroso y el apego a otra persona. El amor ha cambiado de forma en
tanto han cambiado los modos en que causa dolor.
(…)
Uno
de los temas principales que se plantean en este libro es muy sencillo: bajo
las condiciones de la modernidad, los hombres cuentan con un abanico de
opciones sexuales y emocionales mucho más amplio que las mujeres, con lo cual
se produce un desequilibrio que genera dicha dominación emocional. El objetivo
de este trabajo ha sido llevar la disciplina sociológica adonde reina la
psicología para hacer aquello que mejor sabe la sociología de la cultura, es
decir, para demostrar que los recovecos más profundos de nuestra subjetividad
están configurados por entidades tan “amplias” como la transformación en la
ecología y la arquitectura de la elección sexual. Las experiencias corrientes
que provocan sufrimiento emocional, como el desamor, el abandono y el desapego,
han sido moldeadas por las instituciones y los valores centrales de la
modernidad. Por lo tanto, la gran ambición de este libro es hacer con las
emociones (o por lo menos con el amor romántico) aquello que hizo Marx con la
mercancía, es decir, demostrar que están configuradas por las relaciones
sociales, que no circulan de manera libre e irrestricta, que su carácter mágico
en realidad es social, y que condensan y contienen en sí a las instituciones de
la modernidad.
(…)
Uno
de los principales supuestos normativos subyacentes en este trabajo es que la
pérdida de la pasión y la intensidad emocional constituye una pérdida cultural
importante y que el enfriamiento de las emociones nos puede transformar en
personas menos susceptibles a los demás y, por lo tanto, más reacias a
conectarnos con los otros mediante un compromiso apasionado. En este sentido,
me sumo a la opinión de Nehring y de Franzen cuando sostienen que el amor
apasionado implica dolor y que ese dolor no nos debe atormentar. En palabras de
Franzen, “ el dolor duele pero no mata. Si uno considera la alternativa -un
sueño anestesiado de autosuficiencia que la tecnología ampara-, el dolor surge
como producto e indicador natural del estar vivo en un mundo que resiste. Vivir
una vida entera sin dolor es no haber vivido’’.
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
(Mario Benedetti)
De
alguna forma ya me encontraba a su lado, y desde ese momento el amarillo dejo
de ser un color, se impregno su figura en mis ojos y su nombre en mi boca.
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
(…) y
cuando por fin reaccione: estaba en ti mi destino.