Las palabras de Muñoz al poeta.
Fragmento de la intervención de María José Muñoz en la presentación del nuevo libro de poemas de Jesús Maroto.
“«Buenas tardes a todos. La poesía parece estar de moda. Tanto el último premio Nobel de Literatura, Tomas Tranströmer, como el Príncipe de Asturias de las Letras, Leonard Cohen, son poetas. No obstante, al gran público se le resiste este género literario, hasta el punto de que una de las crónicas periodísticas de la entrega de premios de la Academia Sueca que leí decía: «Puede asegurarse de él, sin que suene anacrónico, que es un poeta».
En mi caso, puedo atreverme a decir que los poetas existen, sí, que andan como nosotros por las calles que cada día pisamos, que van a la compra y suben en ascensores hacia sus casas como las nuestras; incluso que llevan su coche al mecánico cuando tienen averías, o soportan estoicamente la genética de los hijos adolescentes, como los nuestros. ¿Y por qué me atrevo a decir que los poetas existen?... porque yo conozco a uno, un poeta que, además, es auténtico, que ni va de poeta ni finge serlo, sino que es irremediablemente poeta, un pobre poeta solitario e incomprendido muchas veces, o un afortunado poeta que allana la feliz morada de las musas como si tal cosa, situándose a años luz por encima del suelo que pisamos nosotros.
El poeta que conozco se llama Jesús Maroto, aquí le ven sentado a nuestro lado, sobrio, elegante, y por qué no decirlo, un puntito dandy, como lo fue el grandísimo Óscar Wilde o el genial Federico García-Lorca, tan vivo aún en la memoria.
Como todos nosotros algunas vez, el poeta también baja a los infiernos, como el Dante, pero gracias a Dios con la resurrección vuelven los poemas, y el rictus amargo se torna sonrisa. Y vuelve la poesía para suerte de los que leemos los libros que escriben los poetas, allí donde la misma belleza se manifiesta en la palabra suscitando un hondo sentimiento. Y, por supuesto, para infinita alegría de los que le quieren, su familia, su mujer, Mari Cruz, cuyo amor sin fórmulas secretas persigue; sus hijas Amanda y Ágata, en cuyas lágrimas «hallo el fruto de tu vientre madre ira», su querido tío Cleofé, a quien cuenta cómo la musa no le quita el sueño. Y también a sus amigos, con los que comparte hermosas tardes otoñales.
(…)
La velocidad de vértigo a la que se trabaja en las redacciones periodísticas hoy en día crispa en ocasiones el ánimo de los que en ellas trabajamos. Un día, no hace mucho tiempo, Maroto me llamó al periódico pidiéndome que, por favor, mantuviera su sección unos días más de lo habitual colgada en la red para que pudieran verla sus amigos del otro lado del charco. «Anda, si lo haces, te escribo un poema», me dijo. Era uno de esos días difíciles en lo laboral y yo, algo cortante, le espeté descreída: «Anda sí, escríbeme un poema, aunque si lo escribes tendrás que reflejar el demonio que hoy llevo dentro».
Y ahora, lo que voy a contar desvela hasta qué punto es incierto ese manido cliché de que las musas están detrás del nacimiento del poema: Al poco rato de mi conversación con Maroto, recibí un correo electrónico donde el poeta me decía: «Espero que te guste. Quizás un poco triste…No sé. Uno escribe como se siente en el momento de hacerlo. Ya me dirás».
Y juzguen ustedes, este es el poema, que lleva por título
Este arte sombrío.
Este arte sombrío no se ajusta a la vida
Y de muy poco valen los versos que se escriben
Aún si aprecian la ausencia fugaz y desvalida
Del tiempo, que va huyendo:
Luna o rosa en la noche hecha de estrellas,
Irreal como luna y como rosa hiriente.
Luna o rosa que cifra la memoria.
Este arte sombrío vale poco,
Y me pides que te escriba
Un poema en el que brille
La alta luz temblorosa del presente,
Su sol negro caído sobre el mar
Muerto del pasado, que surca un barco en llamas
(y en él van los recuerdos) camino del recuerdo.
Un poema que abra todas las puertas:
La que conduce al oro, la que lleva al poder,
La que esconde el misterio del amor,
La que oculta el secreto insondable de la felicidad,
La que te da la vida en el gozo de una visión sublime.
Un poema que sin mostrarse curioso
Preste importancia a las manchas de sangre
Que salpican las páginas de un periódico,
Y a los labios que buscan los tuyos en la sombra,
Y a la palabra que da el cobijo de un árbol
Y que acecha en los umbrales.
Un poema desesperadamente, civilizadamente,
Conteniendo las lágrimas, secándose el sudor, en el borde del mundo, al final del camino,
Oyendo cómo silban las balas enemigas
O descifrando el canto de los ruiseñores.
Un poema que detenga la turbia pesadilla
Que siembra de fantasmas tu descanso,
Y termine así:
Tú y yo tenemos dentro de nosotros
Una ciudad para los solitarios.
Yo no sé a ustedes, pero a mí me dejó sin palabras.
Esta anécdota refleja de forma clara que para Jesús Maroto la poesía forma parte de su cotidianidad, de su misma vida; es eso con lo que vuelve a casa cuando sale a comprar a la tienda de la esquina, -como cuenta uno de sus poemas-, y es también el mecánico que le arregla el coche, el del poema «Mi mecánico no lee poesía», cuya lectura recomiendo.
Hombre y poesía tan unidos impiden a Maroto presentarse a certámenes poéticos. Su verdadero premio es cuando un amigo le dice que le ha leído, o reeleído, o cuando sabe que sus poemas dejan pensando al lector, que remueven algo dentro. «Nunca me presentaré a un premio, rechazo comerciar con la poesía», me dijo un día, y supe que era verdad.
(…) "
En: http://www.abc.es/20111029/local-toledo/abci-palabras-munoz-poeta-201110291959.html
“Bone machine”, álbum aclamado por la crítica, ganador del Grammy por Mejor Álbum de Música Alternativa , que permea en sus temas una lírica oscura. Nada como esa cotidianidad para viajar: "Goin 'Out West"; Tom Waits. (1992)
lunes, 24 de octubre de 2011
Otorgan a Leonard Cohen el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011.
Trayectoria.
Leonard Norman Cohen nació en Montreal (Canadá) en 1934, en el seno de una familia de emigrantes judíos. Interesado por la literatura desde la niñez, en 1955 se licenció en esta especialidad en la Universidad McGill de Montreal. En esa época se produjeron sus primeros contactos con la música y formó parte de The Buckskin Boys, un grupo de aficionados a la música country. Más tarde, se trasladó a Nueva York con una beca de estudios que le permitió ingresar en la Columbia Graduate School.
En 1956 recibió una subvención del Canada Council para escribir un libro, y publicó su primera obra poética, titulada Let us compare mythologies, inspirada en Federico García Lorca, por el que siempre ha manifestado gran admiración. Es una recopilación de poemas escritos entre 1949 y 1954, en la que Leonard Cohen refleja la temática que será recurrente en su obra, como la persecución de los judíos, las relaciones de pareja y la religión. Autor de trece libros, en la década de los 60 se instaló temporalmente en la isla de Hydra, en Grecia, y comenzó a componer canciones aunque sin abandonar la literatura. Durante esos años publicó su segundo libro, Spice-box of Earth (1961), su primera novela The favourite game (1963) y un nuevo libro de poemas Flowers for Hitler (1964). A estos seguirían la novela, Beautiful losers (1966), el poemario Parasites of Heaven (1966) y las obras The energy of slaves (1972) y Book of mercy (1984). Book of longing (2006), una colección de poesía, prosa y dibujos, ha sido el primer libro de poesía en alcanzar el número 1 en las listas de ventas en Canadá. En 2011 ha publicado Poems and Songs.
En 1967 regresó temporalmente a Estados Unidos y publicó su primer disco, Songs of Leonard Cohen, que incluía algunos de sus temas más conocidos como Suzanne y Sisters of Mercy. A este trabajo siguieron Songs From a Room (1969), con gran acogida por parte del público, y Songs of Love and Hate (1971), que le confirmó como uno de los autores más destacados del momento. A lo largo de las décadas de los 70 y 80 realizó giras por todo el mundo y publicó álbumes como Live Songs (1973), New Skin for the Old Ceremony (1974), Death of Ladies’ Man (1977), Recent Songs (1979) y Various Positions (1984), cuyo tema Hallelujah ha sido, desde entonces, versionado por más de 150 artistas. Con posterioridad publicó I’m Your Man (1988) y The Future (1992), en los que consiguió plasmar a la perfección el espíritu de su tiempo. Desde entonces, ha grabado Ten New Songs (2001), Dear Heather (2004) y Blue Alert (2006). En 2008, y tras la celebración de su 40 aniversario como artista, Cohen ofreció 84 conciertos por todo el mundo, a los que asistieron más de 700.000 personas, en una gira que significó su regreso a los escenarios tras 15 años de ausencia. Posteriormente editó Songs from the road, un álbum grabado en directo durante la gira, con sus canciones más emblemáticas. Admirado por artistas de renombre, muchos han interpretado sus temas y han grabado discos homenaje como I´m your fan (1991), Tower of song (1995) −en el que intervienen cantantes como Billy Joel, Sting, Elton John y Bono−, Leonard Cohen: I’m your man (2006) y According to Leonard Cohen (2007).
Es Oficial y Compañero de la Orden de Canadá, la orden civil canadiense de mayor rango, y Gran Oficial de la Orden Nacional de Quebec. En 2008 ingresó en el Rock and Roll Hall of Fame y en 2010 fue distinguido con el premio Grammy a toda una trayectoria. En 2011 ha sido galardonado con el Glenn Gould Prize.
Acta del Jurado.
Reunido en Oviedo el Jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011, integrado por (…) acuerda por mayoría conceder el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011 al poeta y novelista canadiense Leonard Cohen, por una obra literaria que ha influido en tres generaciones de todo el mundo, a través de la creación de un imaginario sentimental en el que la poesía y la música se funden en un valor inalterable. El paso del tiempo, las relaciones amorosas, la tradición mística de Oriente y Occidente y la vida contada como una balada interminable configuran una obra identificada con unos momentos de cambio decisivo a finales del siglo XX y principios del XXI.
Oviedo, 1 de junio de 2011
Declaración de Leonard Cohen tras la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011
“Estoy muy agradecido por ser reconocido por los compatriotas de Machado y Lorca, y mi amigo Morente, y los incomparables compañeros de la guitarra española”.
Leonard Cohen.
Nueva York, 2 de junio de 2011
En: http://www.fpa.es/premios/2011/leonard-cohen/
Séptimo corte del álbum debut “Songs of Leonard Cohen”, obra magistral que perdura en su esencia, rock y poesía en su máxima expresión: "Hey, That's No Way to Say Goodbye”; Leonard Cohen. (1967)
Trayectoria.
Leonard Norman Cohen nació en Montreal (Canadá) en 1934, en el seno de una familia de emigrantes judíos. Interesado por la literatura desde la niñez, en 1955 se licenció en esta especialidad en la Universidad McGill de Montreal. En esa época se produjeron sus primeros contactos con la música y formó parte de The Buckskin Boys, un grupo de aficionados a la música country. Más tarde, se trasladó a Nueva York con una beca de estudios que le permitió ingresar en la Columbia Graduate School.
En 1956 recibió una subvención del Canada Council para escribir un libro, y publicó su primera obra poética, titulada Let us compare mythologies, inspirada en Federico García Lorca, por el que siempre ha manifestado gran admiración. Es una recopilación de poemas escritos entre 1949 y 1954, en la que Leonard Cohen refleja la temática que será recurrente en su obra, como la persecución de los judíos, las relaciones de pareja y la religión. Autor de trece libros, en la década de los 60 se instaló temporalmente en la isla de Hydra, en Grecia, y comenzó a componer canciones aunque sin abandonar la literatura. Durante esos años publicó su segundo libro, Spice-box of Earth (1961), su primera novela The favourite game (1963) y un nuevo libro de poemas Flowers for Hitler (1964). A estos seguirían la novela, Beautiful losers (1966), el poemario Parasites of Heaven (1966) y las obras The energy of slaves (1972) y Book of mercy (1984). Book of longing (2006), una colección de poesía, prosa y dibujos, ha sido el primer libro de poesía en alcanzar el número 1 en las listas de ventas en Canadá. En 2011 ha publicado Poems and Songs.
En 1967 regresó temporalmente a Estados Unidos y publicó su primer disco, Songs of Leonard Cohen, que incluía algunos de sus temas más conocidos como Suzanne y Sisters of Mercy. A este trabajo siguieron Songs From a Room (1969), con gran acogida por parte del público, y Songs of Love and Hate (1971), que le confirmó como uno de los autores más destacados del momento. A lo largo de las décadas de los 70 y 80 realizó giras por todo el mundo y publicó álbumes como Live Songs (1973), New Skin for the Old Ceremony (1974), Death of Ladies’ Man (1977), Recent Songs (1979) y Various Positions (1984), cuyo tema Hallelujah ha sido, desde entonces, versionado por más de 150 artistas. Con posterioridad publicó I’m Your Man (1988) y The Future (1992), en los que consiguió plasmar a la perfección el espíritu de su tiempo. Desde entonces, ha grabado Ten New Songs (2001), Dear Heather (2004) y Blue Alert (2006). En 2008, y tras la celebración de su 40 aniversario como artista, Cohen ofreció 84 conciertos por todo el mundo, a los que asistieron más de 700.000 personas, en una gira que significó su regreso a los escenarios tras 15 años de ausencia. Posteriormente editó Songs from the road, un álbum grabado en directo durante la gira, con sus canciones más emblemáticas. Admirado por artistas de renombre, muchos han interpretado sus temas y han grabado discos homenaje como I´m your fan (1991), Tower of song (1995) −en el que intervienen cantantes como Billy Joel, Sting, Elton John y Bono−, Leonard Cohen: I’m your man (2006) y According to Leonard Cohen (2007).
Es Oficial y Compañero de la Orden de Canadá, la orden civil canadiense de mayor rango, y Gran Oficial de la Orden Nacional de Quebec. En 2008 ingresó en el Rock and Roll Hall of Fame y en 2010 fue distinguido con el premio Grammy a toda una trayectoria. En 2011 ha sido galardonado con el Glenn Gould Prize.
Acta del Jurado.
Reunido en Oviedo el Jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011, integrado por (…) acuerda por mayoría conceder el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011 al poeta y novelista canadiense Leonard Cohen, por una obra literaria que ha influido en tres generaciones de todo el mundo, a través de la creación de un imaginario sentimental en el que la poesía y la música se funden en un valor inalterable. El paso del tiempo, las relaciones amorosas, la tradición mística de Oriente y Occidente y la vida contada como una balada interminable configuran una obra identificada con unos momentos de cambio decisivo a finales del siglo XX y principios del XXI.
Oviedo, 1 de junio de 2011
Declaración de Leonard Cohen tras la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011
“Estoy muy agradecido por ser reconocido por los compatriotas de Machado y Lorca, y mi amigo Morente, y los incomparables compañeros de la guitarra española”.
Leonard Cohen.
Nueva York, 2 de junio de 2011
En: http://www.fpa.es/premios/2011/leonard-cohen/
Séptimo corte del álbum debut “Songs of Leonard Cohen”, obra magistral que perdura en su esencia, rock y poesía en su máxima expresión: "Hey, That's No Way to Say Goodbye”; Leonard Cohen. (1967)
miércoles, 19 de octubre de 2011
Dylan, Morrison, Smith.
Hermann Bellinghausen.
Al menos desde los años 60 se habla con osadía y soltura de poesía en relación al rock. Las academias, las capillas literarias dominantes y los poetas formales lo han puesto en duda, desbaratando con sorna los ripios, lugares comunes, plagios y simplificaciones que suelen alimentar las canciones de ese arco lírico y sincopado que va del rock al hip hop y la multitud de formas híbridas que hoy constituye en todo el mundo la canción popular, el pop en su originaria acepción. Pese a tales desaprobaciones y al hecho obvio de que sólo a veces las letras de rock valen la pena como poesía, medio siglo después ya no se necesita de benevolencia cultural para reconocer que rock y poesía bien pueden ir juntos con notable fortuna, superando poéticamente a géneros prestigiosos y alambicados como la ópera, las cantatas y el lieder.
Por distintas razones, estos días resuenan (en los medios, ¿dónde más?) los nombres de tres autores como poetas reconocidos y agradecibles escritores. Son ya intérpretes canónicos de comprobada honestidad artística: Bob Dylan, Jim Morrison, Patti Smith. Hijos de la posguerra (como todos los fundadores del rock en inglés en ambas orillas del Atlántico), son producto de la victoria y la tragedia estadunidense y se entroncan de manera heterodoxa con el blues, los beat y lo que ellos entendieron por Rimbaud.
A principios de octubre, Dylan encabezaba por primera ocasión las quinielas del premio Nobel de literatura, y aunque no lo recibió es probable que ya nadie se ande jalando los pelos de indignación ante la mera posibilidad. Aún aquellos que detestan sus versos, su voz o sus veleidades pueden reconocer la influencia seminal que ha representado para los poetas del último medio siglo, en particular pero no sólo en lengua inglesa.
Su desenfado, su falta de límites, su resonancia profética y la narración irónica y astuta de sus días (los nuestros) lo convierten en maestro mayor de ya tres generaciones. Más aún porque fue tocado por la gracia de la atención mediática, mientras influía él mismo en las nuevas formas de comunicación. Ha usado con descaro estas herramientas para difundir poesía y actitud poética. Si sólo por sus enseñanzas fuera, Dylan merece un Nobel más que muchos de los que se lo andan sacando año con año. Por lo demás, parafraseando al clásico, qué bueno es Dylan cuando es bueno. Y si no, por lo menos toca y es tocado por el blues, que ya es bastante.
En su estupenda y muy sixties antología de Poesía inglesa contemporánea (Insulae Poetarum, Barral, 1975), el peruano Antonio Cisneros, al recoger a los autores del importante movimiento literario Mersey Sound, de Liverpool, reconocía que debió incluir a Lennon y McCartney pero se abstuvo. No sólo eran archiconocidos, sino que además con todo y música resultaban inmejorables.
El rock devolvió a la poesía su originaria vocación trovadoresca, rapsódica, escénica. Entroncó de muchas maneras con el folk inglés, la chanson, el cante jondo, el calipso, la trova latina. Su espacio es el sonido, no las páginas de los libros.
A finales de 1966, Jim Morrison se convirtió en la anomalía instantánea. Un dandy inesperado, histriónico, sulfuroso, con un brillante trío de blues angelino y desafiante a sus espaldas, metiéndole los ruidos por las puertas. Morrison brillaría menos de cinco años, y se inmoló precipitadamente, dejando tras de sí la estela animal de una certidumbre poética que no se ha disipado a 40 años de su muerte parisina, que justamente se cumplen ahora.
La tercera pieza de una pieza es Patti Smith, y todo el crédito de la influencia a Dylan y Morrison (y Rimbaud), su ABC. Intérprete escalofriante, icono fundador del punk y madre mítica, es en primer lugar poeta y escritora de consideración. Sus memorias juveniles Just Kids (2010), que ameritaron el prestigioso Book Award del año pasado, la confirmaron, igual que a Dylan sus Chronicles, como la escritora que ojalá hubiera hecho más libros. Bueno, de poesía lleva varios. Las memorias que siempre nos faltarán en cambio son las de Morrison, pues él vino con prisa y toda la disposición para largarse de aquí cuanto antes.
No son los únicos poetas pilares del rock, y tal vez ni siquiera los mejores, pero nadie como ellos dio con la piedra filosofal para tan certera composición de versos y vehículos musicales en maneras memorables y estimulantes. Inspiradas pues. Escuchar a los ancianos William Burroughs o Bo Didley decir con brillo demoníaco los versos y requiebros de Morrison, o bien a Willie Dixon, Allen Ginsberg o Nina Simone interpretar a Dylan con devoción, produce una extraña sensación de que los alumnos superaron a maestros que parecían insuperables.
Ya no digamos el impacto, al que uno nunca se acostumbra y siempre siente como nuevo, de Patti Smith cantándose sobre un barco ebrio, o cantado a Dylan, o a Morrison, disfrazada de ellos vueltos ella, hechizante, ahí. La belleza será convulsiva, ¿no?
En: http://www.educacioncontracorriente.org/index.php?option=com_content&view=article&id=34094:dylan-morrison-smith-hermann-bellinghausen&catid=14:maestros
"If the doors of perception were cleansed, every thing would appear to man as it is: infinite." (Si las puertas de la percepción fueran depuradas, todo aparecería ante el hombre tal cual es: infinito). William Blake.
Del segundo álbum “Strange Days”, épico poema de James Douglas "Jim" Morrison Clarkedel, también conocido como el “Rey Lagarto”: "When The Music's Over"; The Doors. (1967)
Hermann Bellinghausen.
Al menos desde los años 60 se habla con osadía y soltura de poesía en relación al rock. Las academias, las capillas literarias dominantes y los poetas formales lo han puesto en duda, desbaratando con sorna los ripios, lugares comunes, plagios y simplificaciones que suelen alimentar las canciones de ese arco lírico y sincopado que va del rock al hip hop y la multitud de formas híbridas que hoy constituye en todo el mundo la canción popular, el pop en su originaria acepción. Pese a tales desaprobaciones y al hecho obvio de que sólo a veces las letras de rock valen la pena como poesía, medio siglo después ya no se necesita de benevolencia cultural para reconocer que rock y poesía bien pueden ir juntos con notable fortuna, superando poéticamente a géneros prestigiosos y alambicados como la ópera, las cantatas y el lieder.
Por distintas razones, estos días resuenan (en los medios, ¿dónde más?) los nombres de tres autores como poetas reconocidos y agradecibles escritores. Son ya intérpretes canónicos de comprobada honestidad artística: Bob Dylan, Jim Morrison, Patti Smith. Hijos de la posguerra (como todos los fundadores del rock en inglés en ambas orillas del Atlántico), son producto de la victoria y la tragedia estadunidense y se entroncan de manera heterodoxa con el blues, los beat y lo que ellos entendieron por Rimbaud.
A principios de octubre, Dylan encabezaba por primera ocasión las quinielas del premio Nobel de literatura, y aunque no lo recibió es probable que ya nadie se ande jalando los pelos de indignación ante la mera posibilidad. Aún aquellos que detestan sus versos, su voz o sus veleidades pueden reconocer la influencia seminal que ha representado para los poetas del último medio siglo, en particular pero no sólo en lengua inglesa.
Su desenfado, su falta de límites, su resonancia profética y la narración irónica y astuta de sus días (los nuestros) lo convierten en maestro mayor de ya tres generaciones. Más aún porque fue tocado por la gracia de la atención mediática, mientras influía él mismo en las nuevas formas de comunicación. Ha usado con descaro estas herramientas para difundir poesía y actitud poética. Si sólo por sus enseñanzas fuera, Dylan merece un Nobel más que muchos de los que se lo andan sacando año con año. Por lo demás, parafraseando al clásico, qué bueno es Dylan cuando es bueno. Y si no, por lo menos toca y es tocado por el blues, que ya es bastante.
En su estupenda y muy sixties antología de Poesía inglesa contemporánea (Insulae Poetarum, Barral, 1975), el peruano Antonio Cisneros, al recoger a los autores del importante movimiento literario Mersey Sound, de Liverpool, reconocía que debió incluir a Lennon y McCartney pero se abstuvo. No sólo eran archiconocidos, sino que además con todo y música resultaban inmejorables.
El rock devolvió a la poesía su originaria vocación trovadoresca, rapsódica, escénica. Entroncó de muchas maneras con el folk inglés, la chanson, el cante jondo, el calipso, la trova latina. Su espacio es el sonido, no las páginas de los libros.
A finales de 1966, Jim Morrison se convirtió en la anomalía instantánea. Un dandy inesperado, histriónico, sulfuroso, con un brillante trío de blues angelino y desafiante a sus espaldas, metiéndole los ruidos por las puertas. Morrison brillaría menos de cinco años, y se inmoló precipitadamente, dejando tras de sí la estela animal de una certidumbre poética que no se ha disipado a 40 años de su muerte parisina, que justamente se cumplen ahora.
La tercera pieza de una pieza es Patti Smith, y todo el crédito de la influencia a Dylan y Morrison (y Rimbaud), su ABC. Intérprete escalofriante, icono fundador del punk y madre mítica, es en primer lugar poeta y escritora de consideración. Sus memorias juveniles Just Kids (2010), que ameritaron el prestigioso Book Award del año pasado, la confirmaron, igual que a Dylan sus Chronicles, como la escritora que ojalá hubiera hecho más libros. Bueno, de poesía lleva varios. Las memorias que siempre nos faltarán en cambio son las de Morrison, pues él vino con prisa y toda la disposición para largarse de aquí cuanto antes.
No son los únicos poetas pilares del rock, y tal vez ni siquiera los mejores, pero nadie como ellos dio con la piedra filosofal para tan certera composición de versos y vehículos musicales en maneras memorables y estimulantes. Inspiradas pues. Escuchar a los ancianos William Burroughs o Bo Didley decir con brillo demoníaco los versos y requiebros de Morrison, o bien a Willie Dixon, Allen Ginsberg o Nina Simone interpretar a Dylan con devoción, produce una extraña sensación de que los alumnos superaron a maestros que parecían insuperables.
Ya no digamos el impacto, al que uno nunca se acostumbra y siempre siente como nuevo, de Patti Smith cantándose sobre un barco ebrio, o cantado a Dylan, o a Morrison, disfrazada de ellos vueltos ella, hechizante, ahí. La belleza será convulsiva, ¿no?
En: http://www.educacioncontracorriente.org/index.php?option=com_content&view=article&id=34094:dylan-morrison-smith-hermann-bellinghausen&catid=14:maestros
"If the doors of perception were cleansed, every thing would appear to man as it is: infinite." (Si las puertas de la percepción fueran depuradas, todo aparecería ante el hombre tal cual es: infinito). William Blake.
Del segundo álbum “Strange Days”, épico poema de James Douglas "Jim" Morrison Clarkedel, también conocido como el “Rey Lagarto”: "When The Music's Over"; The Doors. (1967)
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