viernes, 14 de mayo de 2010

“- Se llevó como ochenta kilos - dijo el viejo en voz alta. Se llevó también mi arpón y la soga, pensó, y ahora mi pescado sangra de nuevo y otros vendrán.
No le gustaba ver al pez mutilado. El viejo sentía que era a él a quien había atacado
Pero maté al tiburón que se comió mi pescado, pensó. El más grande dentuso que he visto en mi vida. Y Dios sabe que he visto grandes.
Era demasiado bueno para ser cierto, pensó. Ojalá esto fuera un sueño y yo nunca hubiera atrapado al pez y estuviera en mi cama de periódicos.
Pero los hombres no están hechos para la derrota - dijo - . Se les puede destruir, pero no derrotar. De cualquier manera lamento haber matado al pez, pensó. Ahora vienen los malos tiempos y yo ni siquiera tengo arpón. El dentuso es cruel, capaz, fuerte, inteligente. Pero yo fui más inteligente. Quizá no, pensó. Quizá tan sólo yo tuve las armas.
- No pienses, viejo - dijo en voz alta -. Navega tu rumbo y enfrenta cada cosa en su momento.
Pero tengo que pensar, pensó. Es todo lo que me queda.”


E. Hemingway. “El Viejo y el mar”.
Traducción: José Agustín.

La desesperanza solo puede alojarse en un espíritu derrotado; nunca olvides que la tenacidad es cuestión de actitud. Nivarna; All apologies.