Poesía

Tu voz es la espada que libera el silencio de mi alma.

martes, 2 de noviembre de 2021

 

“En todo amor hay por lo menos dos seres, y cada uno de ellos es la gran incógnita de la ecuación del otro. Eso es lo que hace que el amor parezca un capricho del destino, ese inquietante y misterioso futuro, imposible de prever, de prevenir o conjurar, de apresurar o detener. Amar significa abrirle la puerta a ese destino, a la más sublime de las condiciones humanas en la que el miedo se funde con el gozo en una aleación indisoluble, cuyos elementos ya no pueden separarse. Abrirse a ese destino significa, en última instancia, dar libertad al ser: esa libertad que está encarnada en el Otro, el compañero en el amor. Como lo expresa Erich Fromm: “En el amor individual no se encuentra satisfacción […] sin verdadera humildad, coraje, fe y disciplina”; y luego agrega inmediatamente, con tristeza, que en “una cultura en la que esas cualidades son raras, la conquista de la capacidad de amar será necesariamente un raro logro”.
Zygmunt Bauman. Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Fondo de Cultura Económica. Pag.15. Primera edición electrónica, 2012
 


 
 
 
Canción para cantar una canción
 
Esa música…
Insiste, hace daño
en el alma.
Viene tal vez de un tiempo
remoto, de una época imposible
perdida para siempre.
Sobrepasa los límites
de la música. Tiene materia,
aroma, es como polvo de algo
indefinible, de un recuerdo
que nunca se ha vivido,
de una vaga esperanza irrealizable.
Se llama simplemente:
canción.
 
Pero no es sólo eso.
 
Es también la tristeza.
 
(Ángel González)
 
 



 
Solo se olvida lo que no se ama a perpetuidad. Yo, de vez en vez te recuerdo. (**)