Poesía

Tu voz es la espada que libera el silencio de mi alma.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Arthur Rimbaud: la lengua del rock.
Por Sergio Monsalvo C.

El hombre que más ha vivido no es quien cuenta con el mayor número de años, sino aquel que más ha sentido la vida. Arthur Rimbaud fue uno de éstos, porque cada parte de su cuerpo le dolió de tanto deseo de vivir. Por ello la poesía de este francés universal (nacido en 1854) no es tierra para ancianos, ya que busca la juventud perpetua mediante la experiencia dinámica del yo, en la apoteosis de su pureza instintiva.
Rimbaud define a la juventud no en años sino en emociones. Su poesía nace en el esplendor juvenil y se propone permanecer ahí por siempre. Conserva su plenitud al renacer todos los días. La lucha que engendra el cambio es su elixir vital, porque sólo el cambio eterno garantiza la juventud eterna y en eso Rimbaud vibró con la armonía universal: Il faut être absolument moderne (“Hay que ser absolutamente moderno”). Su legado mágico de eterna juventud. El rock es heredero directo del mismo.
La lectura colectiva, precisa y activa de la obra de Arthur Rimbaud comenzó hasta la segunda mitad del siglo XX, gracias a la poesía beat y al surgimiento del rock and roll. Los prólogos de las diversas ediciones de sus textos completos, hasta ese momento, habían sido tan políticamente correctos como terriblemente timoratos. A las exaltaciones de quienes las escribían les estorbaban los gustos del poeta por el ajenjo, las drogas, la disolución sexual y la errancia en los que quemó sus días como adolescente, cuando con su ojo feroz quiso enseñarle la vida al mundo.
A partir de la aparición del rock, se acomodaron las cosas. La poesía rimbaudiana comenzó a rendir frutos concretos, palpables, para el acontecer cotidiano. Hoy, a ciento veinte años de su muerte (1891), aquel adolescente maldito se lee tanto como se “escucha”. El género musical —desde el rockabilly de Elvis Presley a los Strokes y el neo-garage, pasando por Morrison, Bolan y el punk— ha aplicado las visiones, los actos y los conceptos rimbaudianos a su historia consuetudinaria. Su decálogo vital se aplica desde hace sesenta años y perdurará por siempre en la memoria de la especie.
Recientemente fue galardonada Patti Smith en Estocolmo con el Premio Polar, considerado el Nobel de la música. Smith, definida como “una Rimbaud con amplificadores Marshall”, fue destacada por “dedicar su vida al arte en todas sus formas” y mostrar “cuánto rock and roll hay en la poesía y cuánta poesía hay en el rock and roll”, según el fallo del jurado que otorga dicha distinción.
Muchas letras del rock están inundadas por ese lenguaje de la emoción que creó el poeta francés: necesitar, querer y sentir son los ladrillos con los cuales se construye su vocabulario: un mantra que Kerouac utilizó para mostrar el camino; uno que Ginsberg usó para pasarle la antorcha a Dylan, uno con el que el gurú Burroughs cuestionaba a los discípulos a sus pies, como Cobain.
En la estética del joven poeta galo, el caos no equivale a dispersión; su visión siempre posee un carácter vigoroso, activo y sintético. En el punto de partida de cada poema se encuentra “el impulso creador”; cada poema es un sueño intenso y rápido: una Iluminación. Su grandeza radica en obligarnos sin cesar a poner en duda, junto con él, no sólo lo que creemos saber del mundo sino al mundo mismo. ¿Puede, entonces, haber algo más rimbaudiano que el rock & roll? Es un lenguaje heredado de tal poeta en su constante preocupación existencial por mantener “la juventud eterna” y continuar siendo “moderno”.
Octubre 31, 2011
En: http://musica.nexos.com.mx/?p=978




Una temporada en el infierno.
(Arthur Rimbaud)

"Antes, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde se abrían todos los corazones, donde todos los vinos corrían. Una noche, me senté a la Belleza en las rodillas. - Y la hallé amarga. - Y la insulté.
Me armé contra la justicia.
Me escapé. ¡Oh bujas, oh miseria, oh odio! ¡A vosotros se confió mi tesoro!
Logré que se desvaneciera en mi espíritu toda la esperanza humana. Contra toda alegría, para estrangularla, di el salto sin ruido del animal feroz.
Llamé a los verdugos para, mientras perecía, morder las culatas de sus fusiles. Llamé a las plagas para ahogarme en la arena, la sangre. La desgracia fue mi dios. Me tendí en el lodo. Me sequé al aire del crimen. Y le hice muy malas pasadas a la locura.
Y la primavera me trajo la horrorosa risa del idiota. Habiendo estado hace muy poco a punto de soltar el último ¡cuac!, se me ocurrió buscar la clave del festín antiguo, donde había tal vez de recobrar el apetito.
La caridad es la clave. - ¡Esta inspiración demuestra que soñé!
"Seguirás siendo hiena, etc.", exclama el demonio que me coronó de tan amables adormideras. "Gana la muerte con todos tus apetitos, y tu egoísmo y todos los pecados capitales." ¡Ah! Ya aguanté demasiado - Pero, querido Satán, te lo suplico, ¡menos irritación en la pupila! Y mientras llegan las pequeñas cobardías rezagadas, tú que aprecias en el escritor la carencia de facultades descriptivas o instructivas, te arranco unos cuantos asquerosos pliegos de mi cuaderno de condenado.

(Versión: Ramón Buenaventura)





Letra escrita en 1969 por Mick Jagger, y pista inicial del aclamado álbum "Let It Bleed"; ubicada en el numero 38 de la “Lista de Rolling Stone de las 500 mejores canciones de todos los tiempos” publicada en el año 2004 por la revista Rolling Stone; excelente cover en la voz de la poeta y cantante Patti Smith: Gimme Shelter.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Tú tienes lo que busco, lo que deseo, lo que amo...
(Jaime Sabines)

Tú tienes lo que busco, lo que deseo, lo que amo,
tú lo tienes.
El puño de mi corazón está golpeando, llamando.
Te agradezco a los cuentos,
doy gracias a tu madre y a tu padre,
y a la muerte que no te ha visto.
Te agradezco al aire.
Eres esbelta como el trigo,
frágil como la línea de tu cuerpo.
Nunca he amado a una mujer delgada
pero tú has enamorado mis manos,
ataste mi deseo,
cogiste mis ojos como dos peces.
Por eso estoy a tu puerta, esperando.






Temor.
No se necesita mucha sabiduría
para comprender que muere el amor
en el instante que se reprimen los besos.



Existe un cierto tipo de sed que no la satisface líquido alguno; del álbum debut, y homónimo, letra que clama por esa vital exaltación: “Water of Love”; Dire Straits. (1978)